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sábado, 21 de febrero de 2009

A PUNTO DE TIRAR LA TOALLA



¿Y SI YA NO QUIERO BUSCAR NOVIO?
Estas semanas he estado pensando en la posibilidad de tirar la toalla en esto de mi búsqueda del amor. Estaba en el chat con un amigo con el que me río, reniego y lloro a veces, al que le decía que estaba harta. Especialmente de los hombres o, mejor dicho, de mi relación con ellos. Estaba a punto de tipear que estaba a una mala cita de dejar de buscar novio, cuando me dijo que era una “love junkie” (adicta al amor) y que seguro pronto me enamoraría otra vez, y poco después le estaría contando del baboso ese que me había hecho tal o cual cosa. Sentí que me cayó un gancho derecho.
-¿Esa es, en una línea, la historia de mi vida? -le pregunté, ocultando mi terror, buscando con la mirada una botella de vodka en la cual zambullirme y no salir nunca. Segundos después, yo sola me respondí (y de paso, a él). Escribí dos palabras y apreté enter: no creo. Pero creo que él tiene algo de razón al no creerme que vaya a dejar de buscar novio, aunque sigo pensando que algo debo estar haciendo mal. Me sobran las razones. Éstas son. A ver para qué lado se inclina la balanza.
Me gusta al que no le gusto. Pues sí. Me ha pasado más de una vez. Mi memoria, aún con las fallas de su CPU, me da la razón. Eso es un knock-out seguro. Hasta escucho un réferi imaginario decir con un megáfono:
-“Señoras y señores, muy buenas noches, bienvenidos a la Asociación de Encontronazos con el Amor No-Correspondido. Esta noche, en la esquina del yo-si-quiero-algo-contigo tenemos a Busco Novio, y en la esquina opuesta (la del no-quiero-tener nada contigo o por lo menos, no lo que tú quieres) tenemos al Sr. que no la quiere. Srta. Bisso, si quiere, pase de frente a la lona de las perdedoras. A ese chico, usted le es indiferente o quizás la quiere, pero solo para un ratito y para lo que a él le de la gana”.
Mmm, no gracias. Me quedo en mi banca de parque, Sr. Árbitro. No más ganchos al cuello de alguien que no me va a llamar al día siguiente, no más saltos a la yugular, no más llaves para no dejarlos ir. Que se vayan. El que quiera estar conmigo, que se quede una tarde de domingo a mi lado viendo una película mala con canchita hecha en olla (perdón, no tengo microondas) y Coca-(no)sola. Al resto, chau. Quiero que me guste un chico al que le guste yo también, por lo menos para ver qué pasa en el segundo round. Si después no hay llamada ni un te-quiero-volver-a-ver, ni un lo que sea, no quiero ilusionarme. Mi contrincante es muy guapo, es muy interesante, me hace reír, me gusta mucho, pero yo no le gusto a él. Que pase el siguiente.

Le gusto al que no me gusta. Me pasa seguido. Y no lo digo por vanidad, sino con cierta resignación (y una pizca de recriminación a mí misma). Hasta me ha comenzado a dar una especie de incomodidad, y algo de pereza, hablar con tantos chicos buena onda (algunos nomás) que no me gustan y darles largas a sus intenciones conmigo. Seré una tirana o algo así y me expondré ante las peores críticas de mis queridos lectores (y los entiendo: ¿cómo planea esta demente encontrar novio si chotea a quien se acerca?). Quizás sea exigente (dicen que las personas exigentes lo son aún más consigo mismas) o no sé qué cosa sea, pero no me gusta todo el mundo. Bueno, ¿a quién, si? Pensándolo bien, conozco a un par a los que les da igual salir con perro, pericote y gato, pero ya me estoy saliendo del tema.

La cuestión es que mi atención se la ganan pocos a primera vista, si no soy yo la que les da puesto el ojo encima antes. Y los que no me han gustado en un primer momento, que han sido casi todos los chicos con los que salí en los dos últimos años, fue porque insistieron (bastante), y se tomaron el tiempo, sin darse por vencidos, en el que me mostraron lo mejor de ellos y me dieron motivos para decir: sí, quiero. En mi defensa, me gusta decir que soy selectiva. Está bien, está bien. Me gustan pocos hombres. Tengo varias teorías al respecto, pero ninguna me convence. No puedo ir contra la naturaleza, la mía digo. No me hago la difícil (este blog se llama Busco novio), pero fácil no soy tampoco. Quizás mi instinto animal me esté poniendo cabe, o quizás sea tan normal como cualquier otra mujer. Quién sabe.

Elijo mal. Puede ser. ¿Por qué no? Puede ser un error recurrente, defecto de fábrica (voy a hablar con mi papá), la ley del mínimo esfuerzo, el dejar que los hombres se acerquen a mí (y yo no a ellos), La ley de Murphy, no cuadrar a quien debe ser cuadrado -y como se debe- en el momento preciso, no cortar una historia cuando el editor (de mi interior) me lo exige, caer en mi propia consabida, resabida, potente y probada hasta el cansancio, ilusión temprana. Es que cuando alguien me gusta en realidad, me precipito (creo que no pude elegir mejor verbo, porque suena a precipicio), me apasiono, me vuelvo socialmente repudiada por mis amigas a las que acoso con tanta palabrería anticipada sobre un chico al que ni conozco bien, con el que no sé que pasará ni el día de hoy, y menos, mañana.

Soy el pararrayos de los locos. Una amiga me dijo la otra vez que si iba un loco calato con el pelo lleno de motas, cargando una bolsa por la Vía Expresa, ¡zas!, yo me enamoraba de él o de pronto se convertía en mi nuevo acosador. Creo que mis pocos amigos locales se están esforzando en amarrarme a un ancla y refundirme en el mar de la desesperanza, pero me lo tomo a broma sin dejar de ver cuál es su punto, porque de hecho, si lo dicen, es porque tienen uno. Hasta a alguien por ahí se le ocurrió decirme: "pero si te gusta tanto el loquito mételo al Noguchi un mes y después ve qué pasa". Dios, no. Habrá que escucharlos más seguido, especialmente cuando camino con la venda de la ilusión puesta sobre los ojos.

¿Y si yo fuera diferente? No crean que la paso echada en mi cama tirándoles la pelota de la culpa a los otros, a los que han compartido un poco de sus vidas conmigo. Al contrario, mi peor juez soy yo; y sí que soy mala. Aparece Mean-Ali (mala-Ali) y de un porrazo me trata de meter por la cerradura al mundo de las personas que se castigan por ser como son, por cometer una y mil veces los mismos errores, por repetir malditos patrones, por meter una y otra vez la pata, por tropezar diez mil veces con las misma piedra. Sin embargo, pienso: si fuera distinta, no sería yo. Para ser otro, se necesitaría otra vida, y creo que con una ya tenemos trabajo suficiente. Así que voy a guardar la parafernalia masoquista para cuando realmente la necesite.

Ya me cansé de pensar en el futuro. ¿Quién no? El mal que auguran los predicadores que tocan la puerta los domingos a las 8 a.m (yo les abro la puerta con mi antifaz en posición vincha y les digo que soy católica y que por favor, pasen su horario de reclutamiento de almas para más tardecito) y los analistas políticos, hace tiempo llego al amor. Claro. Cuando uno está enamorado, quiere que esa burbuja de felicidad dure para siempre, quiere que se extiendan eternamente esos primeros besos, las llamaditas en voz baja desde la oficina, la sorpresa de un regalito inesperado, los primeros “te quiero”o la primera vez que vieron una película juntos (en mi caso, esta pueden cambiarla por la canción que bailaron, la caminata que dieron, etcétera, que voy a hacer, para mí el cine va en paralelo con mi vida). Sin embargo, cuando uno está solo, ¿cuál es el futuro del amor? Ninguno, porque uno está solo. Y aquí arrancan las interminables interrogantes: ¿y si nunca conozco a nadie?, ¿y si me quedo sola para siempre?, ¿qué pasa si ya conocí al amor de mi vida y lo hice todo al revés?, ¿y si nunca me vuelvo a enamorar?

Pues yo también he caído en esto de responder en silencio el cuestionario habitual de las tías entrometidas, a mi abuelita (ella lo pregunta por genuina preocupación y porque me quiere, ya lo sé), a las amigas que te miran por encima del hombro porque ya tienen un hombre y demás curiosos especímenes. Pero por más aterrador que a veces parezca “lo desconocido” (porque el futuro es lo que aún no pasa y lo que jamás sabremos en el presente, por más racionales que seamos), me tranquiliza pensar en el pasado. Y ahí vienen casi siempre las buenas noticias.
Hace unos días mi ex, mi pata, regreso de viaje y después de una noche de conversación me di cuenta el gran error que hubiera sido quedarme a su lado. Vi mi posible futuro con la claridad de una bola mágica, cuando me contó que su novia lo había puesto de patitas en la calle con maletas y todo, por exactamente las mismas razones por las que lo nuestro se fue por el water. A pesar de haberlo olvidado hace bastantes años, recordé cómo me sentía en pleno luto. Me hacía todas las preguntas del mundo, me echaba la culpa y me agarraba a latigazos a diario por “haberlo hecho todo mal”, por haber hecho que su amor se fuera hacia otra chica, por no haber sido la novia que él necesitaba. Resultado de la Gran Final de los Discapacitados Para el Amor, versión siete años después: el me ganó en una. A pesar de lo mal que él se sentía, porque ahora el corazón roto es suyo (y no por mi culpa), no pude dejar de sentirme bien por estar sola, por haberlo olvidado, porque ahora él sea una visita en mi casa, no una firma en un papel de divorcio.
El pasado me dio la razón. Los malos contrincantes terminan pagando sus culpas, es decir, coleccionando los trofeos de la derrota. Justo lo que me pasa a mí ahora.

Soy un desastre, como ven. Una papelera llena de post-its de colores arrugados con cada uno de mis errores. Siento que llegó la hora de renovar el stock, de salir con una nueva sonrisa a la calle, de mirar a la gente a los ojos y con otros ojos. Quiero retomar mis placeres simplones, hacerme feliz (o por lo menos, mantenerme a flote) en los muchos ratos que convivo a solas y hacer más placenteros (para mí y el resto) los que comparto con otras personas.

Estoy en clases de yoga porque siento que tengo que volver aprender a respirar. He vuelto a ir a la playa porque me gusta meterme al mar helado y pelearme con las olas como cuando era niña. Me divierto con mis sobrinas. Me gusta que Constanza ya sepa decir mi nombre y cada vez que me dice “Ali” (que son múltiples veces los días en que la veo, porque está en la etapa en la que repite como un lorito sonriente las pocas palabras que sabe, me ha explicado mi madre) corro detrás de ella para abrazarle y decirle, aunque no me entienda, cuánto la quiero. Escribo todos los días. Escucho más música. Hago reír a mi abuela. Estoy más tranquila. Ando de buen humor. Descargo mi lado oscuro en mi blog secreto. A veces siento que la nostalgia me invade. Otras, me gana. No me gusta ningún chico. No veo a nadie en mi futuro cercano. Riego mis plantas y me siento junto a ellas todas las noches al lado de la ventana. Muy pacientes ellas, me acompañan a fumar un cigarrito o dos, mientras pienso que no soy una causa perdida, aún no.
Por lo menos soy una catástrofe andante y alegre. Quizás no sea una buena idea dejar todo por ahora, y ver qué pasa. Va a terminar enero y siento que para mí recién empieza el año. Después de todo, hoy domingo comienza mi año según el horóscopo chino, el único al que le hago algo mediano caso. Como el buen y terco buey, avanzo lento, sin prisas, sin embargo sé que llegaré a donde yo quiera. Sana y salva. Pensar en eso, me gusta.
No sé si dejar de buscar novio, esperar encontrarlo, quererlo o desearlo sea una buena idea. Una buena idea sí es cambiar de estrategia. Después de todo soy una Million dollar baby (o su cambio en soles). Estar sola no es sinónimo de ser una perdedora y a mí me quedan varias peleas que ganar.
Alicia Bisso

LUGARES PARA CONOCER SOLTEROS




Hace años que dejaste la universidad y las discotecas y no sabes donde más encontrar amigos y compañeros del sexo opuesto? Te mostramos veinte diferentes lugares donde podrías lograrlo

Las causas por las que no se puede “conocer a alguien” son muy diferentes entre sí. Para algunos, el problema es su agenda completa, que le impide tener momentos de ocios en los que dirigirse a centros donde hacer “sociales”.

Para otros, los largos años pasados con una pareja, que hoy en día puede no existir más, los ha desacostumbrado a salir de su hogar. También influyen diversas sensaciones, como la timidez, las frustraciones previas, el agotamiento, o la depresión.

Pero en todos los casos, la alternativa es la soledad. Muchos adultos eligen Internet como forma de socialización. Si bien es cierto que la red de redes es un buen ámbito para conocer pareja, no menos real es que muchas veces, las relaciones virtuales jamás se hacen realidad.

En esta nota, le mencionaremos 21 lugares diferentes para conocer nuevas parejas, o por qué no, amigos. Es posible que algunas de estas ideas lo ayuden a sentirse motivado para salir, y para hacer nuevos amigos y parejas.

Todo lo que tiene que hacer, es salir de su casa, ya que de otra forma, difícilmente podrá vincularse con el mundo exterior. Recuerde que no tiene nada que perder, pero sí mucho por ganar.

Cambie su actitud, esté abierto a las nuevas posibilidades, relájese, y trate de divertirse. Nadie le está tomando examen.

Los veintiún lugares

1- Anótese en un gimnasio. De esta forma matará dos pájaros de un tiro. En primer lugar, logrará estar más activo y en mejor estado físico. Pero además, los amigos o pareja que usted pueda encontrar aquí, serán probablemente muy sanos, atléticos y atractivos. Usted se verá y se sentirá mejor al mismo tiempo.

2- Anótese en un curso, de cualquier tipo. Nuevamente, le presentamos una táctica que le brinda dos beneficios por un mismo esfuerzo; aquí, usted aprenderá algo nuevo y hará nuevos amigos o parejas con similares intereses. Las conversaciones y relaciones serán mucho más fáciles si todos tienen algún punto en común.

3- Asista e inscríbase en los museos. Muchos museos tienen actividades y acontecimientos especiales, a los que sólo pueden acudir sus miembros. Inscríbase como miembro y asista a estos eventos y reuniones, integrados sólo por gente muy culta.

4- Organice reuniones con sus ex compañeros de la secundaria o universidad. Allí podrá volver a tomar contacto con sus antiguos amigos y, quizás, tomarse revancha con aquélla chica o chico que tanto le gustaba, y que ahora se encuentra separada/o...

5- Diríjase a los mercados de pulgas y a las ferias de antigüedades. Además de poder encontrar objetos muy valiosos a precios muy reducidos, podrá encontrar personas muy interesantes.

6- Cómprese un perro y sáquelo a pasear. Dé todas las vueltas que sean necesarias, por la calle, las plazas y la costanera, hasta toparse con alguna persona del sexo opuesto que también esté sacando a pasear a su perro. Los perros comenzarán a jugar entre sí, por lo que tendrá una buena excusa como para comenzar a charlar...

7- Anótese en un club literario. Averigüe en la biblioteca de su ciudad en dónde se pueden tomar estos cursos. Leer libros y compartir estas lecturas, es una de las formas más románticas de conocer otras personas.

8- Tome algún trabajo voluntario. En medio de la actual crisis económica, las organizaciones no gubernamentales están totalmente necesitadas de gente que pueda colaborar con ellas. Allí, podrá encontrarse con gente muy bondadosa, además de experimentar la hermosa sensación de ser solidario.

9- Organice una fiesta. Pídale a sus amigos que inviten a su vez a sus otros amigos. Allí podrá conocer nuevas personas, dentro de su propio ámbito.

10- Arme algún negocio donde tenga que atender al público. Además de poder ganar dinero, entrará en contacto con mucha gente de su barrio.

11- Inscríbase en alguna asociación profesional. En el caso de que posea algún diploma, podrá ser parte de alguna institución que nuclée a todos los profesionales de su campo. Allí, en sus cursos de actualización o debates, podrá conocer a otra gente muy culta.

12- Juegue algún deporte. ¿Solía gustarle jugar al fútbol o al voley? ¿Por qué no retomar esa vieja pasión? Muchos clubes tienen equipos integrados sólo por “seniors”, así como otros programas atléticos especiales para adultos. El voley, el tenis y el golf, son los deportes más comúnmente practicados por adultos.

13- Concurra a eventos deportivos. Los acontecimientos deportivos, pueden hacerle pasar un gran momento de diversión y vincularlo con otras personas. Los partidos de fútbol, básquet, voley, béisbol o cualquier otro deporte que sea de su interés, tanto a nivel profesional como amateur, pueden ser una muy buena ocasión para encontrar nuevas personas con las que relacionarse.

14- Inscríbase en un curso de actuación. En medio de una obra romántica, podrá lograr que su actuación se convierta en realidad...

15- No deje de asistir a todo evento social al que lo inviten. Aún cuando no sea de su mayor interés, siempre tendrá la chance de conocer nuevas personas.

16- Viaje, viaje, y viaje. Dentro de sus posibilidades intente viajar lo más que pueda. Sea a Europa o hasta una localidad costera cercana, siempre tendrá chances de que conocer todo tipo de gente, incluso de diversas culturas, en medio de un ámbito ideal.

17- Concurra a seminarios y conferencias. Además de aprender más sobre algún tema, tendrá un motivo ideal para comenzar a charlar con otras personas.

18-Tome clases de yoga, Tai chi, o reiki. Podrá lograr distenderse, así como entrar en contacto con personas interesantes.

19- Concurra más a la iglesia o al templo. Los templos están cada vez más vacíos: una buena ocasión para conocer más profundamente a las personas que allí asisten, y adquirir un estado más espiritual.

20- Forme parte de un grupo de mujeres u hombres solos. Trate de no prestar atención a los rumores y mitos que se tejen sobre estos encuentros. Si bien debe estar atento a que sean serios, podrá lograr conocer gente interesantísima, con la cual compartir su próximos años.

21- Participa del club En Plenitud. En muchas partes del mundo, los miembros de los clubes En Plenitud se reúnen en forma periódica para pasar un momento agradable, conocerse y.... ¿quién sabe? La membresía es completamente gratuita, y podrás conocer gente con tus mismos intereses e inquietudes en el marco de un grupo que te dará contención y te permitirá conocer a la otra persona antes de “tirarte a la pileta”...

Como habrá podido observar, ninguna de estas actividades son inalcanzables para el común de la gente. Sólo debe dejar de lados los temores, prejuicios, y desganos, para así comenzar una nueva vida, rodeada muchos amigos y el amor soñado.